Risas de colibrí, miel en la tarde; eso es. – Zenli

¿Alguna vez te has detenido a observar la belleza de un atardecer? ¿A sentir la cálida brisa en tu rostro mientras escuchas el canto de los pájaros? A veces, la felicidad se nos escapa entre los dedos, buscando en lo grande lo que se encuentra en lo pequeño. Nos preocupamos por logros a futuro, metas ambiciosas, y olvidamos disfrutar el presente, el aquí y el ahora, que es, después de todo, donde reside la vida misma. Creemos que la felicidad es un destino, una meta a alcanzar, cuando en realidad es un estado de ser, un camino, un viaje a través de momentos cotidianos que, sumados, conforman nuestra experiencia. Es el café recién hecho en una mañana fría, la sonrisa de un ser querido, la satisfacción de un trabajo bien hecho. La verdadera felicidad no se encuentra en posesiones materiales ni en grandes eventos, sino en la apreciación de los detalles, en la capacidad de encontrar la alegría en lo simple. Y es precisamente en esta búsqueda de la simpleza donde encontramos un camino hacia una felicidad más genuina y duradera.

Risas de colibrí, miel en la tarde; eso es.

Esta frase, tan poética y evocadora, resume perfectamente la esencia de lo que estamos hablando. Imaginen por un momento: el zumbido casi imperceptible, la rapidez casi irreal de un colibrí, y su diminuta risa, un sonido casi inasible pero lleno de vida. Y la miel en la tarde, ese dulce néctar que representa la recompensa, la satisfacción, el placer simple de un momento perfecto. No se trata de grandes hazañas, sino de pequeños instantes de pura alegría. Puede ser la risa espontánea de un niño, la calidez del sol en tu piel, la conversación tranquila con un amigo, la lectura de un buen libro, la satisfacción de haber cultivado una planta y verla florecer. Estos pequeños momentos, tan efímeros como las risas de un colibrí, son la miel que endulza nuestra tarde, nuestro día, nuestra vida.

La clave está en cultivar la atención plena, en aprender a observar y apreciar los pequeños detalles que a menudo pasan desapercibidos. Practicar la gratitud, agradecer por lo que tenemos, por las personas que nos rodean, por la salud, por un techo sobre nuestras cabezas. Es aprender a saborear cada momento, a encontrar la belleza en lo cotidiano, a apreciar la simplicidad. Dejar de buscar la felicidad en un lugar lejano y comprender que la verdadera felicidad reside en la capacidad de encontrar la «miel en la tarde», esa dulzura que se encuentra en la conexión con nosotros mismos, con la naturaleza y con los demás.

En conclusión, la felicidad no es un destino, sino un camino pavimentado con pequeños momentos de alegría. La frase «Risas de colibrí, miel en la tarde; eso es» nos invita a reflexionar sobre la importancia de apreciar las pequeñas cosas, a encontrar la belleza en la simplicidad y a cultivar la gratitud en nuestro día a día. Te invito a que, durante el día de hoy, te tomes un momento para observar, para sentir, para apreciar esos pequeños detalles que llenan tu vida de dulzura. Comparte en los comentarios qué «miel en la tarde» has encontrado hoy. Recuerda, la felicidad no es una meta distante, sino una experiencia presente, disponible para todos aquellos que sepan apreciar sus momentos simples y maravillosos.

Photo by Jan Zikán on Unsplash

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