ĀæAlguna vez te has detenido a pensar en quĆ© es la felicidad para ti? No hablo de la felicidad efĆ­mera, esa que te da un buen cafĆ© por la maƱana o un mensaje inesperado de alguien querido. Hablo de esa sensación profunda, esa quietud satisfactoria que perdura, ese sentimiento de plenitud que nos llena el alma. A veces la buscamos en grandes logros, en posesiones materiales, en relaciones perfectas… y nos encontramos con que, a menudo, la felicidad es mucho mĆ”s sutil, mĆ”s cercana de lo que imaginamos. Se escapa como arena entre los dedos si la perseguimos con desesperación, pero florece con ternura si la cultivamos con paciencia y atención. En el bullicio de la vida diaria, a veces olvidamos prestar atención a esos pequeƱos momentos mĆ”gicos que la construyen. Y precisamente, es en esos pequeƱos instantes donde reside la clave para encontrarla.

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Felicidade: luciƩrnagas bailando en un frasco de miel.

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Esta bella frase nos evoca una imagen llena de dulzura y magia. ¿No es así como se siente la felicidad? Como esas luciérnagas, pequeñas chispas de alegría que brillan con intensidad propia, danzando en un espacio de calidez y plenitud, representado por el frasco de miel. La miel, símbolo de dulzura y riqueza, representa todo aquello que nutre nuestra alma: el amor, la conexión con la naturaleza, los pequeños placeres, la gratitud. Las luciérnagas, con su luz efímera pero intensa, son los momentos de alegría, las pequeñas victorias, las risas compartidas, los instantes de conexión genuina con nosotros mismos y los demÔs.

No se trata de capturar todas las luciérnagas ni de llenar el frasco hasta el borde. Se trata de apreciar cada una de ellas, de disfrutar la danza de la luz y la dulzura del entorno. La felicidad no es un destino final, sino un camino. Es una experiencia que se construye día a día, con pequeños actos de amor propio, de bondad, de gratitud. Puede que a veces el frasco se sienta un poco vacío, pero con la perseverancia en cultivar la atención plena, en disfrutar de los momentos presentes y en rodearnos de cosas que nos nutren, veremos cómo las luciérnagas comienzan a bailar con mÔs intensidad.

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En definitiva, la felicidad no es una meta inalcanzable. Es una experiencia que se cultiva con conciencia y gratitud. Recuerda la imagen de las luciĆ©rnagas bailando en un frasco de miel. Dedica un tiempo para reflexionar sobre quĆ© te produce esa sensación de alegrĆ­a, quĆ© ā€œluciernagasā€ tienes en tu vida, quĆ© acciones puedes tomar para llenar tu ā€œfrasco de mielā€. Comparte tus pensamientos, escribe en un diario, conversa con alguien querido. Deja que la luz de tu propia felicidad ilumine tu camino y el de quienes te rodean. La felicidad es un tesoro que todos merecemos descubrir y disfrutar. Ā”AnĆ­mate a buscarla dentro de ti!

Photo by Sahand Hoseini on Unsplash

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