¿Alguna vez te has detenido a pensar en qué es realmente la felicidad? No me refiero a esa felicidad efervescente de un día de playa perfecto o la alegría fugaz de un logro importante. Hablamos de esa sensación más profunda, esa satisfacción interna que buscamos constantemente, a veces sin siquiera saber cómo alcanzarla. A menudo la perseguimos como una mariposa, esquivando nuestra propia sombra en la búsqueda de un sentimiento que parece siempre estar justo fuera de nuestro alcance. La felicidad, a veces, se siente como un tesoro escondido, un enigma que desentrañar, un rompecabezas con piezas que parecen nunca encajar perfectamente. Es un viaje, no un destino, y en ese viaje, a veces nos encontramos perdidos, sin saber por dónde empezar a buscar. Pero ¿y si te dijera que la clave está en apreciar el brillo incluso en los momentos más fugaces?

Felicidade: un cometa de polvo de estrellas, fugaz y brillante.

Esta frase, tan poética como certera, encapsula la esencia de lo que buscamos. La felicidad no es un estado estático, permanente e inamovible. No es una meta a la que llegar y quedarse para siempre. Es, más bien, como un cometa: un fenómeno impresionante, lleno de luz y energía, que atraviesa nuestro cielo interior de forma fugaz. Su brillo es intenso, inolvidable, pero su paso es breve. El polvo de estrellas representa los pequeños momentos, las experiencias aparentemente insignificantes que conforman la totalidad de nuestra vida. Un abrazo inesperado, una conversación sincera con un amigo, el sabor de tu comida favorita, la sonrisa de un niño… todos estos son destellos de ese cometa, fragmentos de felicidad que, sumados, componen una experiencia vital plena y significativa.

La fugacidad no implica una falta de valor. Al contrario, es precisamente esa brevedad lo que le otorga a la felicidad su intensidad. Aprender a apreciar esos instantes brillantes, a saborearlos plenamente sin aferrarnos a la idea de que deben durar para siempre, es fundamental. Aceptar que la felicidad es un conjunto de momentos efímeros, de cometas que cruzan nuestro camino, nos permite disfrutar del presente sin la presión de buscar una alegría inamovible. Es en la aceptación de esta naturaleza fugaz donde reside la verdadera clave para encontrarla. Recuerda ese momento en que lograste algo que anhelabas, o la vez que te reíste hasta llorar con tus seres queridos: esos son los destellos, los puntos brillantes que forman tu propio cometa personal.

Para concluir, la felicidad no es una búsqueda incansable de un estado perfecto e inalcanzable. Es, en cambio, una celebración de los cometas de polvo de estrellas que cruzan nuestra vida. Cada pequeño momento de alegría, cada instante de conexión, cada experiencia significativa, es un destellito de ese cometa fugaz y brillante que ilumina nuestro camino. Reflexiona sobre tus propios cometas, sobre esos momentos de felicidad que has vivido. Comparte tus reflexiones, tus recuerdos, tus propias historias de polvo de estrellas. Recuerda que la felicidad, aunque fugaz, deja un rastro brillante e inolvidable que enriquece nuestra existencia. ¡Aprende a apreciarlos!

Photo by Mona Jain on Unsplash

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